miércoles, 8 de mayo de 2013

Carta a un perdedor

¿Cuánto tiempo le has robado al sueño pensando en ella?
¿Cuántas veces cambiarías algo de lo que aguarda en tu nevera por tenerla sólo un instante entre tus brazos, sentir su piel y oler su pelo?
¿Cuándo fue la última vez que te dijiste a ti mismo que esta vez ibas a luchar, que no podías perderla porque es un tesoro: tu tesoro?
Todo esto está lejano...y no hace tanto que la mirabas a los ojos reprochándole sueños rotos, ilusiones imposibles, hablándole de realidades. Y ahora tu realidad está hueca. Falta la pieza que sujetaba la estructura de tu castillo, en el que te recluías cuando no podías soportar otra queja de ella.
Sentir lo más grande y no cuidarlo, no alimentarlo, hizo que se te escapara entre los dedos, como un pececillo.
Tu sirena se marchó buscando entre otros mares y ya no la encuentras. La oyes cantar por las noches, pero está tan lejos, que sólo te causa dolor.
Ni siquiera te preguntas si es o no tarde para recuperarla. Simplemente, dejas que las olas te la arrebaten, igual que te la trajeron, sin más. Aceptas la derrota de buen perdedor, pero quizás nunca te mereciste haberla ganado.
Sólo tienes tiempo para reaccionar y aprender que en el amor, como en la vida, sólo son merecidas las victorias que se han peleado y luchado. Pero ni siquiera tienes claro si quieres reaccionar.
Ahora sólo quieres hundirte en la arena de la playa donde la viste por última vez y esperar a que las olas, y ella quizás, por qué no, te desentierren.