viernes, 30 de mayo de 2014

Retrato de una sonrisa

Dibujas con tu sonrisa el marco de todo lo que sueño ahora.
Es el límite que va cercando mis pensamientos, mis anhelos y mis días, en definitiva.
Esa sonrisa que a veces parece imposible porque tu semblante es serio de por sí. No hay más que mirar a tus ojos que tanto imponen, a pesar de lo pequeños que son, para tenerte el más absoluto de los respetos.
Tu mirada, un continuo desafío al mundo. Siempre preparado para retar o ser retado.
Esa mandíbula tan marcada de la tensión que acumula tu persona. Puro nervio, todo fibra, siempre así.

Pero de pronto, sonríes y todo se desvanece...
Aparecen bien juntos tus pequeños dientes tan opuestos a los de cualquier fiera. No intimidan, sino todo lo contrario.
Y tus ojos se hacen aún más pequeños, alargándose hasta las arruguitas de los extremos, que los rodean de una ternura inabarcable, invitándote a quedarte en ellos, a acomodarte y confiar de por vida en ellos.

Tu sonrisa...inconstante e intermitente, va marcando las lindes del camino que recorro, sin fin. La media sonrisa que no sabes si va a cerrarse o a abrirse del todo, que va y que viene, como la luz de un faro, me dirige para que no me extravíe, para que no me pierda en mis propósitos ni me confundan los elementos que salen a mi encuentro y me hacen dudar de si voy o no por el sendero acertado.

Esa sonrisa que me da alas para hacer y deshacer a mi antojo, porque me quieres libre, porque te gusto plena, llena de inquietudes y peleando por mis propósitos. Sabiéndote llave maestra para abrir todos y cada uno de mis candados y aún así, no me quieres enclaustrada.

Es tan especial, que sólo la brindas en contadas ocasiones, como si de un regalo se tratara cada vez que la das. Y yo, la espero al dormirme cada noche y sólo quiero que desaparezca porque selles tu boca con un beso, sólo por eso.