lunes, 25 de julio de 2016

Cuando mis pies se vuelven sordos

Lo confieso: no puedo bailar contigo.
Déjalo, es inútil.
Y no te frustres; que ni eres mal profesor ni yo una desmotivada alumna. No hay remedio; igual que no habrá horas de ensayo que lo arreglen.
Entiende que mis pies se vuelven sordos cuando tus manos cogen las mías, cuando tus brazos me envuelven y mi boca está tan cerca de tu cuello.
Entiende que provocas tal torbellino en mí que no hay ritmo ni señal que yo interprete. Y q improviso mis pasos, por no salir de allí corriendo en ese instante. Porque no te resisto.
Enséñame si quieres cómo hago para que mi nariz deje de olerte, cómo insensibilizo mi piel cuando la rozas o cómo no bajar la mirada si tus ojos buscan los míos.
Déjame aprender eso, y probemos después lo de bailar.
Pero no ahora; en otra vida, ya si eso...

Cuando sobran las palabras

Sobran las palabras...
en ese momento en el que me recoges tras la oreja un mechón huidizo.
Cuando te pones a jugar con la pulsera que llevo puesta, 
Cuando me besas medio dormido, en medio de la noche, 
Cuando me das un cachete en el culo al pasar por mi lado...
Cuando me expías en los probadores de las tiendas.

Ese momento en el que te pones detrás de mí para verme cómo me muevo al bailar.
Cuando me abrazas por detrás, por la cintura, y apoyas tu barbilla en mi hombro.
Cuando me besas el hombro.
Cuando siempre subes unas escaleras detrás de mí y me pellizcas el culo. ¡Ay, el día que no me lo pellizques! y ¡Ay, el día que yo no me queje porque me pellizcas!

Sobra decir nada
cuando compras las cosas que tomo para desayunar si duermo en tu casa.
Cuando me ayudas sin que te lo pida y cuando vuelas, si lo hago.
Cuando me llamas como no le llamas a nadie.
Cuando te preocupa que pase frío.
Cuando producimos ese efecto agradable en la gente cuando estamos juntos.

No hay palabras para describir
Cuando me pides que a ti no te arrugue las cejas. Ni te las suba.
Cuando me hablas a susurros.
Cuando sonríes conmigo en las fotos.
Cuando me defiendes si voy conduciendo y me encaro con alguien.

Cuando me cuentas tus logros.
Cuando me pides que tenga cuidado.
Cuando me das a elegir siempre qué quiero cenar.
Cuando intercambiamos zapatillas, ropa.

No hace falta que te diga qué siento
Cuando me das la mano para trepar por las piedras.
Cuando me dices que soy un apoyo para ti.
Cuando me dices que vuelves nuevo tras un viaje conmigo.
Cuando explicas que viajar conmigo no es aburrido.
Cuando estás cansado, te bajan las alertas y te da por fijarte en lo más insignificante y decir mil tonterías.
Cuando te entra la risas floja.

En definitiva, sobran las palabras
cuando me pides consejo.
Cuando me observas y me haces fotos sin que me dé cuenta.
Cuando te encuentras mal y me aceptas como refugio, 
Cuando me eliges como refugio.